viernes, 9 de septiembre de 2011

Lo escribió mi padre.

¡Qué placer me causa entrar en Internet y encontrarme por casualidad con un escrito de mi padre!, de aquellos que enviaba a la sección Cartas al Director.

Lo transcribo aquí, pues es un recuerdo muy entrañable. Y recuerdo, con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta, cuando en casa me leía esto mísmo como un borrador manuscrito, poniendo especial énfasis en la puntuación de este mismo texto:


La Pesca y sus hombres.

Una de las aficiones más capaces, y más veces ganadoras, en concursos nacionales, es la valenciana. Y esto no se da por casualidad; ello es debido a que sus hombres, su estilo y zonas naturales, de este litoral, ha formado un conjunto, que de hecho, nos califica y hace eficaces.

Y esto se ve potenciado, por hombres y también mujeres, que con muy buena disposición y arte, han ido ofreciendo a la juventud, su experiencia, y traspasando el “testigo” deportivo, de la pesca, a los que les siguen dando, eso que llamamos “herencia” cultural pescadora, en esta entidad valenciana.

Y esto no significa que nos damos auto bombo, es algo y son hombres, de carne y hueso, de los que se puede aprender, y que pretendo exaltar, su labor hasta ahora anónima, pero noble y tan favorable. Citando a uno como ejemplo y símbolo, que me honro en conocer, y con el que he compartido, algunas jornadas de pesca.

Conocido en la zona, como el “Tío Boro”, que es como le mencionan los jóvenes o “alumnos”, y todos los demás, según reminiscencia árabe, que llamaban “tío”, a las personas a respetar. Esta zona de pesca mencionada, está ubicada en la desembocadura del río Nuevo, del Plan Sur. Y su condición humana, y trato es grato. Y su ánimo al ayudar y aconsejar a quien se lo pide, es siempre muy digno, afectivo, y valioso. Por eso tiene amigos.

Labor ejemplar

Con sus conocimientos y experiencia, igual captura, cuando se dedica a ello, un “verderol” de 25 kilos, como una palomina de 15, que un “dorao”, de 10. O lisas hasta llenar un capazo. Y siempre con una sonrisa, sin orgullo equívoco, por lo que “admira” y no ofende, a los que tiene al lado. Y esa es una lección más, para alguno que otro, dominado por la envidia, o la insana inquietud.

Y aún se permite, como buen artesano que es (como lo somos los valencianos), obsequiar a sus amigos y a los demás, con “surets”, y otros accesorios de pesca, bien acabados por él mismo. Y eso en mi conciencia y sentimiento, produce la intención de exaltar a esta persona, y su estupendo quehacer, entrañablemente valenciano, pescador y humano.

Por lo cual, y para que no se pierda en el anonimato, este protagonista y su efeméride, en esta labor tan “bonita”, y ejemplar, como ofrece el señor Boro, me he tomado la libertad de exponerlo a los cuatro vientos, porque es meritorio en sí, y para la idiosincrasia valenciana. Y termino con un dicho socarrón, pero con mucha enjundia, que repite el mencionado protagonista, y que dice: “¡No piquen!¿Pero... i si picaren?”Que es como decir: “No os desesperéis, que debemos tener esperanza”. Y eso es sabiduría popular valenciana.

Manuel Escorial Lázaro
LAS PROVINCIAS, miércoles 28/7/1993

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